A menudo, mis seres queridos me preguntan qué deben tener en cuenta al buscar un profesional para comenzar una terapia psicológica. Aquí te comparto mis recomendaciones:
Lo primero que debes considerar es por qué vía deseas acceder a la terapia.
- Seguridad Social: En España hay psicólogos en la sanidad pública, pero la inversión en salud mental es limitada, lo que se traduce en pocos recursos y largas listas de espera. A menudo, las sesiones son más cortas y no se puede garantizar una continuidad semanal o quincenal.
- Seguro de salud: Cada vez más seguros incluyen profesionales de la psicología y ofrecen un número determinado de sesiones al año (generalmente entre 5 y 20). También hay seguros que, aunque no cuenten con psicólogos en su cuadro médico, sí cubren parte del coste de las sesiones. Infórmate para saber si esta opción es posible y te interesa.
- Asociaciones y ONGs: Algunas ofrecen terapia para abordar problemas o situaciones específicas a determinados colectivos.
- Consulta privada: Esta opción suele ser la más demandada, ya que implica menos tiempo de espera, mayor continuidad en las sesiones, lo cual es fundamental para la mejora terapéutica.
Las siguientes recomendaciones están orientadas a la búsqueda de psicólogos/as por la vía privada:
1. Que sea psicólogo/a
Es decir, que tenga la licenciatura o el grado en Psicología. Esto parece una obviedad, pero no lo es. En el mundo de la salud mental existe mucho intrusismo laboral, y hay figuras que se hacen llamar «terapeutas», «psicoterapeutas», «entrenadores emocionales», «coach», etc… que no han estudiado la carrera de psicología, ni tienen ninguna formación reglada. Para poder dar terapia en España, no sólo hay que hacer la carrera de Psicología, sino también toda una formación de posgrado posterior.
El intrusismo laboral es un tema realmente peligroso y poco ético, especialmente cuando estamos hablando de temas de salud. Mucha gente acude a terapia desesperada, y es importante que reciban la ayuda que necesitan por parte de personal especializado y cualificado que se ha formado en psicología basada en la evidencia. Trabajar en salud requiere de rigor científico y de personal cualificado. ¡No juegues con tu salud!
2. Psicólogo sanitario o psicólogo clínico
La carrera de psicología nos forma ampliamente en las distintas áreas del comportamiento humano, pero no nos enseña a atender pacientes ni a hacer psicoterapia (eso se aprende después, con formaciones de posgrado).
Así que no todos los psicólogos se dedican o tienen formación en el ámbito clínico (existen otras áreas de la psicología, como la social, jurídica, deportiva, laboral, envejecimiento, rehabilitación neurocognitiva, investigación…).
Por eso, en España existen una serie de requisitos formativos para dedicarse al área clínica, así que asegúrate que tu profesional sea o bien psicólogo general sanitario, o bien psicólogo clínico.
3. Número de colegiado
El ejercicio de la psicología está regulado en España por el Colegio Oficial de Psicólogos, que es un organismo que se encarga de establecer unos requisitos de formación, de establecer un código ético y de velar contra el intrusismo profesional, entre otras cosas.
La mayoría de psicólogos suelen poner su número de colegiado en su página web, aunque también se lo puedes solicitar directamente al profesional con quien quieres trabajar, o averiguarlo en el buscador del Colegio Oficial de Psicólogos, COP (COPIB en Baleares).
4. Especialidad
Los profesionales de la salud solemos formarnos a lo largo de toda nuestra vida laboral, pero al igual que pasa en cualquier otra profesión, los psicólogos no somos expertos en todo. Por eso es importante que te asegures que tu motivo de consulta entre dentro de sus áreas de especialización.
Si tu psicólogo, después de algunas sesiones, te propone la derivación a otro profesional, es importante verlo como un acto de responsabilidad por su parte: ha detectado que, por el motivo que sea (falta de especialización, detección de un nuevo motivo de consulta que no se había detectado previamente, motivos personales, u otros) no puede atenderte correctamente, y te pone en manos de quien cree que sí puede hacerlo.
5. Tipo de terapia
Existen muchos tipos de terapia psicológica, y algunas tienen más evidencia científica que otras, así que es importante que la que elijas sea una terapia basada en la ciencia y la evidencia. La terapia cognitivo-conductual y la terapia EMDR son enfoques ampliamente respaldados por la comunidad científica, pero no son los únicos.
Algunos profesionales tienen un enfoque integrador, combinando técnicas de distintos tipos de terapia.
Por otro lado, muchas personas acuden a terapia en distintos momentos de su vida: algunas eligen volver a retomar el mismo tipo de terapia, y otras prefieren probar o nutrirse de otro enfoque.
6. Condiciones
Desde el inicio, te recomiendo aclarar con tu psicólogo/a todas las dudas que tengas:
- ¿La terapia será presencial, online o ambas?
- ¿Qué tarifas tiene?
- ¿Cuánto dura cada sesión?
- ¿Qué margen tengo para modificar una sesión?
- ¿Cómo se realizan los pagos?
- ¿Qué frecuencia recomienda entre sesiones?
Es importante entender que, en la mayoría de ocasiones, la terapia no se trata de acudir un par de veces a consulta y obtener un cambio repentino. No, la terapia suele ser un proceso, que requiere tiempo, compromiso y esfuerzo, además de un papel activo por parte de la persona, y no se puede saber cuál será su duración porque depende de muchos factores, como, por ejemplo:
- El motivo o motivos de consulta, y el historial de cronificación del problema (duración, intensidad, frecuencia…).
- La persona (nivel de conciencia del problema, motivación para el cambio, historia personal, habilidades de afrontamiento, contexto de la persona y redes de apoyo…).
- Implicación de la persona en la terapia y trabajo entre sesiones (realizar las “actividades para casa”, trasladar el contenido trabajado en terapia a su día a día, sinceridad en la información facilitada…).
- La frecuencia de las sesiones (espaciar demasiado las sesiones, especialmente al inicio, puede ser contraproducente para avanzar en la terapia. Cuanto más se espacien más lento es el avance y es probable que disminuya el nivel de compromiso con la terapia).
- Vínculo terapéutico: sentirse a gusto con tu psicólogo o psicóloga es fundamental. Es importante que expreses cómo te vas sintiendo a lo largo de las sesiones respecto al propio proceso de terapia.
- Tipo de terapia (la terapia cognitivo-conductual se considera de duración breve y limitada en el tiempo respecto a otros enfoques psicoterapéuticos, ya que la media ronda las 12 sesiones, pero insisto en resaltar que cada caso es único y la duración de la terapia dependerá de los factores mencionados).
7. ¡Prueba!
Además de todas las recomendaciones que comento en este artículo, siempre acabo diciendo lo mismo: PRUEBA. Prueba, y si no te sientes a gusto, no sientes empatía, comprensión y aceptación por parte de la persona, prueba con otra persona. Pero no te desanimes, no abandones, a veces no se atina a la primera (¡como te puede pasar también con cualquier otro profesional de cualquier otro ámbito!)
Ir a terapia es un proceso muy íntimo, y no siempre cuadramos con la persona que tenemos delante, pero eso no significa que no te puedas sentir cómod@ con otra persona. Además de que sea buen profesional, es muy importante que te sientas a gusto y puedas abrirte con total sinceridad.
¡Espero que te guste y te resulte de utilidad! Te animo a compartirlo con quien creas que le puede ayudar!