Preguntas frecuentes

Resuelve tus dudas sobre la terapia individual:

Existen distintos enfoques en psicoterapia, y en este momento de mi carrera trabajo desde una perspectiva integradora y basada en la evidencia, con un enfoque principalmente cognitivo-conductual y contextual.

Según las necesidades de cada persona, incorporo herramientas de diferentes modelos terapéuticos como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), EMDR, mindfulness o el modelo IFS (Internal Family Systems). Conocer otros modelos terapéuticos basados en la evidencia me permite ser más flexible y adaptar mejor la intervención a las necesidades de cada persona.

Aunque cada caso es único, suelo trabajar de forma integral, contemplando cuatro niveles de intervención que se influyen entre sí:

🧠 1. Pensamientos y creencias (nivel cognitivo):

Exploramos cómo ciertos pensamientos o creencias están influyendo en tu malestar. No se trata solo de “cambiar lo que piensas”, sino de aprender a relacionarte de forma más flexible con tus ideas, sin juzgarte ni enredarte en ellas. Trabajamos el desarrollo de una mirada más realista, amable y ajustada a tu realidad.

🧘‍♀️ 2. Sensaciones corporales (nivel fisiológico):

Las emociones también se manifiestan en el cuerpo. Comprender tus respuestas fisiológicas te ayudará a regular la activación del sistema nervioso sin tener que evitar o intensificar lo que sientes. Aprenderás a distinguir entre malestar y peligro, y a transitar la incomodidad de forma más eficaz.

💬 3. Emociones (nivel emocional):

Trabajamos el reconocimiento, la validación y la regulación emocional. Aprenderás a identificar lo que sientes, a entender por qué está ahí, y a transitar emociones difíciles sin reprimirlas ni dejar que te arrastren. El objetivo no es eliminar el malestar emocional, sino poder vivirlo con más equilibrio, reduciendo el sufrimiento innecesario.

🧩 4. Conductas y hábitos (nivel conductual):

Analizamos qué patrones de comportamiento pueden estar manteniendo el problema y exploramos formas más funcionales de actuar. Esto puede incluir, entre otros, el entrenamiento en habilidades de comunicación, el establecimiento de límites, la exposición progresiva, el autocuidado o la toma de decisiones coherentes con tus valores y bienestar.

Aunque nos centraremos en lo que te preocupa en el presente, también revisaremos tu historia personal: qué vivencias te han marcado, cómo ha evolucionado el problema, y qué recursos has ido desarrollando. Cuando sea necesario, trabajaremos aspectos del pasado que estén interfiriendo en tu bienestar actual, siempre desde una mirada constructiva y orientada al cambio.

Además, la psicoeducación es una parte esencial de mi forma de trabajar. Comprender cómo funcionas a nivel emocional, mental y fisiológico te dará mayor claridad, autonomía y herramientas para afrontar dificultades y prevenir recaídas a largo plazo.

Mi objetivo es que sientas este espacio como un lugar seguro, respetuoso y profesional, donde puedas comprenderte mejor, desarrollar tus propios recursos y sentirte acompañad@ en tu proceso terapéutico.

 

Aunque cada persona es única, la mayoría de los procesos terapéuticos siguen cuatro fases:

🧠 1. Evaluación

Las primeras sesiones (entre 2 y 4 aprox.) están dedicadas a conocerte, entender qué te preocupa y explorar cómo, cuándo y por qué surgieron las dificultades actuales. También revisamos aspectos relevantes de tu historia personal, de tus aprendizajes y tu contexto.

A veces utilizamos herramientas como cuestionarios, escalas o una línea de vida para complementar la información. Esta fase también es clave para establecer un buen vínculo terapéutico y, a partir de ahí, definir conjuntamente los objetivos y el orden de prioridades. Lo más recomendable es que estas primeras sesiones sean semanales, para no alargar en exceso esta etapa y facilitar tanto el compromiso con la terapia como el desarrollo de una relación terapéutica sólida.

🎯 2. Intervención

En esta fase comenzamos a trabajar activamente en tus objetivos. La frecuencia suele ser semanal o quincenal, según el momento emocional y tus necesidades.

Aunque notes mejoría pronto, es importante mantener una frecuencia regular para que los cambios se consoliden. Aquí trabajaremos para que conozcas mejor tu mundo interno, y aprendas a regular tus emociones, tomar decisiones y afrontar situaciones difíciles de forma más eficaz.

🔁 3. Prevención de recaídas y reevaluación

Cuando los objetivos se han ido alcanzando, empezamos a espaciar las sesiones (por ejemplo, cada tres o cuatro semanas) para hacer un seguimiento. Esto nos permite observar cómo te desenvuelves aplicando lo aprendido en tu vida cotidiana.

También evaluamos si han surgido nuevos retos, reforzamos lo trabajado y prevenimos recaídas.

✅ 4. Alta y sesiones a demanda

Damos por finalizado el proceso cuando ambas partes consideramos que los objetivos se han logrado y se mantienen de forma estable. Cerramos la terapia con una sesión de refuerzo, revisión de herramientas y resolución de dudas.

Más adelante, si lo necesitas, puedes retomar alguna sesión puntual. La puerta siempre queda abierta.

💡 La terapia no es un proceso inmediato. Requiere tiempo, constancia e implicación. A veces sabemos muchas cosas a nivel intelectual, pero lo que realmente ayuda es integrarlas en el día a día. Y para eso… hace falta paciencia, constancia y práctica.

Al inicio del proceso terapéutico, lo más recomendable es realizar una sesión semanal, o como máximo cada dos semanas. Espaciar más las sesiones en esta etapa inicial puede ralentizar significativamente el avance, ya que en estas primeras fases necesitamos tiempo para evaluar bien la situación, recoger información relevante y comenzar a establecer las primeras pautas de intervención.

Además, es en este momento cuando empezamos a construir el vínculo terapéutico, que es uno de los pilares del éxito en cualquier proceso. Si este vínculo no se consolida adecuadamente, puede disminuir tanto la motivación como el compromiso con la terapia.

Por eso, cuando alguien ha acudido solo a 2, 3 o 4 sesiones, no suelo considerar que realmente “haya ido a terapia”, sino que simplemente ha tenido un primer contacto o ha probado unas sesiones. La terapia es un proceso, y necesita tiempo para que podamos comprender bien lo que ocurre, plantear objetivos realistas y trabajar sobre ellos de forma eficaz. Y la experiencia me ha enseñado que es mejor no sacar conclusiones precipitadas.

¿La frecuencia de las sesiones siempre es la misma?

No. La frecuencia se adapta a cada momento del proceso y a las necesidades de la persona. A medida que se avanza, suele ser posible espaciar las sesiones de forma progresiva: de semanal a quincenal, luego cada tres semanas, y finalmente mensual o cada seis semanas, especialmente en las fases de consolidación y cierre.

Una buena forma de entenderlo es compararlo con otros procesos de salud, como la fisioterapia: al principio necesitas un seguimiento más frecuente, pero a medida que mejoras, las citas se espacian. En psicología sucede algo parecido.

¿Cuándo se da por finalizada la terapia?

La terapia se da por finalizada cuando ambas partes consideramos que los objetivos se han alcanzado, y además se observa que los cambios logrados se mantienen estables durante un tiempo.

Siempre recomiendo realizar una sesión de cierre, donde repasamos los aprendizajes, resolvemos dudas, revisamos las herramientas que han sido más útiles y hablamos sobre cómo prevenir posibles recaídas. Terminar de forma abrupta puede dejar asuntos sin afianzar, por lo que cerrar el proceso de manera consciente es una parte fundamental del tratamiento.

Cada caso es único, por lo que la duración de la terapia puede variar en función de:

  • Motivo de consulta y evolución del problema: dependerá de la naturaleza del problema, cuánto tiempo lleva presente, su intensidad y frecuencia.
  • Características de la persona: influyen aspectos como el nivel de conciencia sobre el problema, la motivación para el cambio, la historia personal, las habilidades de afrontamiento, el contexto y las redes de apoyo.
  • Compromiso con la terapia (durante las sesiones y entre sesiones): la implicación en las pautas y actividades recomendadas entre sesiones pueden acelerar el proceso, ya que se integra mejor lo que trabajamos.
  • Frecuencia de las sesiones: la frecuencia recomendada tiene un sentido, en función del momento de terapia. Espaciar demasiado las sesiones, sobre todo al inicio, puede ralentizar el avance y disminuir la motivación y el compromiso, ya que nos desconectamos demasiado entre una sesión y otra. Una vez que hayamos progresado, lo que será recomendable es precisamente lo contrario: espaciar progresivamente las sesiones para poner en práctica todo lo trabajado en las sesiones, y aprender de las dificultades que puedan ir surgiendo.
  • Vínculo terapéutico: es imprescindible que te sientas a gusto y en confianza con tu psicólogo/a, ya que si sientes que la terapia no es un lugar seguro para expresarte, seguramente no te podrá ayudar del todo. Por otro lado, a tu psicólogo/a le ayuda mucho que expreses a lo largo del proceso cómo te sientes respecto a la terapia, qué cosas te ayudan y qué no, si tienes dudas o dificultades, y los avances que vas percibiendo.
  • Tipo de terapia: la terapia cognitivo-conductual, así como la terapia EMDR, suelen ser de duración más breve en comparación con otros enfoques, aunque algunos procesos pueden durar desde unos meses hasta años. Para tener una idea aproximada (aunque no me gusta dar este dato, porque algunos procesos necesitarán más y otros menos, no nos tenemos que encorsetar en esta cifra), la media del total de sesiones suele rondar entre 12-20, pero dependerá de los factores mencionados anteriormente, y es importante recordar que la frecuencia con la que nos veremos irá variando a lo largo del proceso.

Es importante tener en cuenta que el proceso no es siempre lineal. Habrá momentos de gran avance y otros más difíciles o de aparente estancamiento, evaluaremos el progreso en cada etapa de la terapia. Mi objetivo es ayudarte a desarrollar la autonomía para aplicar a corto, medio y largo plazo los recursos adquiridos a lo largo del proceso. Para lograr esos cambios, será fundamental que tengas una actitud activa y colaboradora: ¡los profesionales de la psicología no tenemos varitas mágicas! tú eres el verdadero agente de cambio, y nosotros estamos aquí para acompañarte, apoyarte y orientarte en este camino.

Puedes consultar toda esta información actualizada en la pestaña del menú «precios» o haciendo click aquí.

La vida está sujeta a cambios constantes, y en ocasiones vivimos periodos de gran malestar. A veces nuestros seres queridos, con intención de ayudarnos, nos animan a ir a psicoterapia, y otras veces somos nosotros mismos quienes nos lo planteamos. Entonces, ¿cómo saber si me vendría bien ir a terapia? Haz click aquí para leer el artículo completo.

Aquí van una serie de consejos, ideas y recomendaciones que le daría a alguien que va a ir a terapia por primera vez.

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Quieres ir a terapia, pero no sabes cómo buscar psicólog@… ¡normal! Por eso he escrito este artículo para aclarar todos los puntos que veo imprescindibles a la hora de escoger psicólog@.

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Resuelve tus dudas sobre la terapia de pareja:

Los motivos más habituales de consulta en terapia de pareja son:

  • Comunicación, negociación y resolución de problemas.
  • Celos y desconfianza.
  • Infidelidad.
  • Monotonía y abandono en la vida en pareja.
  • Problemas de convivencia y/o dificultad para conciliar la vida laboral y doméstica.
  • Desacuerdos en la crianza y/o problemas con la familia política.
  • Dependencia emocional.
  • Dificultades en la sexualidad y/o conflictos relacionados con la vida sexual en pareja.
  • Toma de decisiones.
  • Apertura de la relación y gestión de acuerdos en relaciones no monógamas.
  • Gestión de la separación, acuerdos de ruptura y acompañamiento en el duelo.
  • Prevención y preparación ante momentos de cambio significativo en la pareja.

La terapia de pareja tiene como objetivo principal ayudaros a construir una relación más sana, en la que ambas partes os sintáis escuchadas, comprendidas y satisfechas. El foco está en mejorar la conexión emocional, la comunicación y las dinámicas de la relación, para que ambas personas estéis lo mejor posible, ya sea como pareja o, si fuera necesario, de manera individual.

La terapia busca promover un entendimiento y respeto mutuo (¡aunque eso no significa estar de acuerdo en todo!), ayudándoos a identificar patrones que dificultan la relación y a desarrollar nuevas formas de relacionaros que sean más saludables y sostenibles. A lo largo del proceso, podréis adquirir herramientas prácticas para gestionar los conflictos de una manera más constructiva, expresar vuestras emociones, mejorar la comunicación y aumentar la intimidad. No se trata solo de apagar fuegos y resolver problemas presentes, sino de sembrar las bases para una relación más sólida y resiliente que os permita enfrentar los desafíos del futuro. Trabajar como un equipo os ayudará a mejorar la conexión emocional necesaria para una relación más plena y satisfactoria.

Sin embargo, es importante recordar que la terapia de pareja no pretende forzar una relación a cualquier precio. En algunos casos, puede llevaros a la conclusión de que lo más saludable para ambas partes es seguir caminos separados. Esto no debe interpretarse como un fracaso, sino como una decisión madura y respetuosa que abre la puerta a nuevas etapas de crecimiento y bienestar individual. En este escenario, la terapia puede seguir siendo de gran utilidad, ayudándoos a gestionar la separación de manera respetuosa, estableciendo acuerdos y acompañándoos en el impacto emocional del duelo. Si decidís tomar esta dirección, puedo ofrecer, siempre que lo queráis así, sesiones individuales a una de las partes y recomendar a la otra persona un/a psicólogo/a de confianza, asegurando que ambas partes recibáis el apoyo necesario durante esta transición.

Ya sea que el proceso os lleve a fortalecer vuestra relación o a tomar caminos distintos, la terapia de pareja tiene como finalidad que ambas partes encontréis el bienestar que merecéis. Estoy aquí para acompañaros en este camino, sea cual sea la dirección del viaje.

Las primeras sesiones de pareja no están orientadas a lograr grandes cambios inmediatos, sino a realizar una evaluación completa de la situación para entender las necesidades de ambas partes. Por eso, el proceso se desarrolla de la siguiente manera:

  1. Primera sesión conjunta (80 minutos): La primera toma de contacto será una sesión más larga de lo habitual. En ella habrá momentos en los que ambas partes de la pareja estarán juntas, pero también habrá espacios por separado. El objetivo es obtener una visión general y sincera del problema, y cómo lo vive cada parte.
  2. Sesiones individuales (50 minutos cada una): Una semana después, se llevará a cabo una sesión individual con cada integrante de la pareja. Aquí profundizaremos en la visión personal, conductas aprendidas y en la historia afectivo-sexual de cada parte. En algunos casos, si es necesario (por ejemplo, si hay poca participación, o muchísima información que recabar), se puede programar más de una sesión individual para completar adecuadamente la evaluación.
  3. Devolución de información y propuesta de tratamiento: Una semana más tarde, se realiza una nueva sesión conjunta (de 50 o 80 minutos, según se considere necesario) donde comparto los resultados de la evaluación, expongo mi visión general y propongo las primeras pautas de tratamiento.
  4. Sesiones de tratamiento: Durante las sesiones de tratamiento, que pueden ser semanales o quincenales según la necesidad, trabajaremos sobre los momentos conflictivos recientes, buscando nuevas perspectivas y entrenando habilidades clave como la empatía, la comunicación asertiva, la escucha activa y la conexión emocional. La mayoría de las sesiones serán conjuntas, aunque dependiendo del caso, podría ser útil realizar algunas sesiones individuales, siempre enfocadas a trabajar en la relación, no como terapia individual. A medida que se avanza, las sesiones se irán espaciando en el tiempo, para permitir a la pareja poner en práctica lo trabajado, consolidar los avances y manejar los conflictos de manera más autónoma.
  5. Finalización de la terapia: La terapia se considerará finalizada cuando no solo se hayan alcanzado los objetivos propuestos, sino que estos logros se hayan mantenido a lo largo de varios meses, garantizando que no se trate de una mejora temporal.

Es importante destacar que, si uno de los miembros de la pareja necesita realizar un proceso de terapia individual, se recomienda hacerlo con otro/a psicólogo/a para no interferir en la terapia de pareja. En estos casos, puedo recomendar compañeros/as de confianza.

Por último, aunque recomiendo hacer las sesiones de pareja de manera presencial siempre que sea posible (ayuda más a que la pareja conecte), también existe la posibilidad de realizar sesiones online si fuera necesario.

Cada pareja es única, por lo que la duración de la terapia puede variar en función de varios factores:

  • Motivo de consulta y evolución del problema: Dependerá de la naturaleza de los conflictos, cuánto tiempo llevan presentes, su intensidad y frecuencia, así como el impacto que han tenido en la relación.
  • Características de la pareja: Influyen aspectos como la conciencia que ambas personas tienen sobre los problemas, si se asumen o no responsabilidades, la honestidad en la información compartida, la disposición para el cambio y la historia de la pareja. También influyen los factores individuales, el contexto actual, las dinámicas relacionales previas y el apoyo que cada persona recibe fuera de la terapia.
  • Compromiso con la terapia y entre sesiones: La implicación en las pautas y actividades propuestas fuera de las sesiones es clave para acelerar el proceso y consolidar lo trabajado. Buscamos aplicar los aprendizajes en el día a día para asentar las bases de cambios duraderos en el tiempo.
  • Frecuencia de las sesiones: Al inicio, mantener una frecuencia regular (semanal o quincenal, aunque normalmente suele ser quincenal) es fundamental para garantizar un buen ritmo de trabajo y consolidar el vínculo terapéutico. Espaciar demasiado las sesiones al principio podría ralentizar el progreso, el compromiso y la motivación con la terapia. Más adelante, una vez consolidados ciertos cambios, necesitaremos justo lo contrario: espaciar más las sesiones, para poner en práctica lo aprendido y reflexionar sobre las dificultades que puedan surgir.
  • Vínculo terapéutico: Es imprescindible que ambas personas se sientan cómodas y en confianza durante la terapia. Un espacio seguro es clave para que cada miembro de la pareja pueda expresarse libremente. También será imprescindible que compartáis vuestras impresiones sobre el proceso, qué os resulta útil o qué áreas podríamos ajustar para que la terapia sea más efectiva.

Aunque la mayoría de parejas necesitan entre 12 y 20 sesiones, lo cierto es que podéis necesitar más o necesitar menos, ya que la duración total dependerá de vuestras necesidades específicas y de la evolución de los factores anteriormente mencionados.

Es importante tener en cuenta que la terapia no siempre avanza en línea recta. Habrá momentos de avance significativo y otros en los que podéis sentir un aparente estancamiento. Evaluaremos el progreso en cada etapa para asegurarnos de que el proceso sigue siendo útil y ajustado a vuestras necesidades. Mi objetivo es ayudaros a desarrollar habilidades y recursos que podáis aplicar no solo durante la terapia, sino también a medio y largo plazo. Para lograr cambios significativos será imprescindible vuestro compromiso y participación activa. Como profesional, estaré aquí para acompañaros, apoyaros y guiaros, pero el cambio real nace de vuestro esfuerzo y compromiso conjunto.

Al inicio del tratamiento, se recomienda realizar las sesiones con una frecuencia semanal o quincenal, según el caso. Espaciar más las sesiones al inicio de la terapia de pareja puede comprometer la eficacia del proceso: avanzaríamos muy lentamente en la recogida de información y en la aplicación de las primeras pautas de intervención. Además, se tardaría más en empezar a notar cambios, y el vínculo terapéutico no tendría tiempo suficiente para consolidarse, lo que podría afectar tanto a la motivación como al nivel de compromiso con la terapia.

Aunque no les pasa a todas, algunas parejas empiezan a notar mejoras rápidamente, y tras un par de sesiones deciden abandonar la terapia. Es importante entender que la terapia no solo busca alcanzar los objetivos, sino también asegurarse de que los cambios se integren y mantengan realmente a largo plazo. Por eso, no es recomendable interrumpir el proceso de forma prematura basándose únicamente en esas primeras mejoras. A medida que avancemos, iremos evaluando el progreso y ajustaremos la frecuencia de las sesiones según las necesidades del momento. Normalmente, la frecuencia pasa de semanal o quincenal, a cada tres semanas, después sesiones mensuales, y por último cada dos meses. Este proceso permite poner en práctica lo trabajado y comprobar cómo se manejan las dificultades que puedan surgir en la pareja.

La terapia se da por finalizada cuando, de manera conjunta, consideramos que no sólo se han alcanzado los objetivos, sino también que se han consolidado. Es recomendable realizar una sesión de cierre antes del alta, donde repasaremos los aprendizajes, resolveremos dudas y abordaremos estrategias para prevenir posibles conflictos futuros o recaídas. Terminar la terapia de manera abrupta puede dejar temas importantes sin resolver, por lo que siempre se recomienda un cierre adecuado.

Si tienes alguna otra duda adicional, contáctame sin compromiso (preferiblemente a través de whatsApp o e-mail, pero si lo prefieres, podemos programar una llamada).