Preguntas frecuentes
Resuelve tus dudas sobre la terapia individual:
En psicoterapia existen diferentes enfoques para abordar el proceso terapéutico. En este momento de mi carrera, trabajo principalmente desde la Terapia Cognitivo-Conductual y la Terapia EMDR, dos psicoterapias ampliamente estudiadas y respaldadas por la investigación científica.
La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) se enfoca en identificar y modificar patrones de pensamientos, creencias y comportamientos desadaptativos, para gestionar mejor las emociones y afrontar las situaciones de manera más funcional. Por otro lado, la Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR) utiliza movimientos oculares y otras formas de estimulación bilateral para ayudar a procesar traumas o experiencias difíciles, reduciendo el malestar emocional asociado a esos recuerdos.
Continúo formándome en otros modelos, como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), para ofrecer un tratamiento más completo, integrador y adaptado a cada persona.
Aunque cada caso es único, creo necesario trabajar de manera integral, contemplando siempre estos cuatro niveles:
- A nivel cognitivo: Identificamos los pensamientos irracionales y creencias internas que generan malestar. Analizaremos estas creencias de forma crítica y trabajaremos para transformarlas en nuevas creencias más objetivas, justas y constructivas.
- A nivel fisiológico: Conectamos con las sensaciones de nuestro cuerpo, entendemos por qué el cuerpo se hiper o hipoactiva, dejamos de huir de las sensaciones incómodas y aprendemos técnicas para regular estos cambios de activación.
- A nivel emocional: Aprendemos a identificar nuestras emociones, entendemos su función y por qué no es bueno ni huir del malestar ni anclarse en él, y mejoramos nuestra capacidad de mentalización para transitar las emociones de manera más adaptativa.
- A nivel conductual: Identificamos comportamientos disfuncionales y los sustituimos por otros más adaptativos y beneficiosos, revisando también hábitos saludables.
Nos centraremos principalmente en los problemas que estás experimentando en el
presente, aunque también revisaremos tu historia de vida, qué cosas te han marcado, y cómo ha evolucionado el problema a lo largo del tiempo. Si es necesario, trabajaremos para procesar e integrar aspectos del pasado en el presente de forma que sea útil para ti.
Considero fundamental abordar el motivo de consulta de una manera amplia, evaluando si existen otros factores que podrían estar influyendo, como la autoestima, las habilidades sociales o la toma de decisiones. Además, te proporcionaré psicoeducación para que puedas comprender mejor tus propios procesos internos. Trabajar la problemática de manera global y desde su raíz te ayudará a desarrollar más recursos personales, permitiéndote gestionar mejor tus dificultades y prevenir posibles recaídas en el futuro.
En general, en los procesos de terapia distingo cuatro fases:
- Evaluación: Las primeras sesiones estarán dedicadas a conocernos y a recoger la mayor cantidad de información posible sobre ti, el motivo de tu consulta, la historia del problema, tu contexto y los momentos más relevantes de tu vida. Este proceso suele llevar entre 2 y 4 sesiones, dependiendo de cada persona, y en algunos casos puede ser útil emplear herramientas como test, cuestionarios, escalas psicológicas o una línea de vida. Esta fase es fundamental para comprender el problema de manera global, definir “metas terapéuticas” y establecer un orden de prioridades en la intervención. Es recomendable que estas sesiones de evaluación sean semanales, para que esta fase no se demore mucho.
- Intervención: En esta etapa trabajaremos en los objetivos terapéuticos, siguiendo un orden de prioridades. La frecuencia de las sesiones se establecerá según tu caso y tu estado emocional, comenzando semanal o quincenalmente. No se recomienda espaciar las sesiones más al inicio, aunque inicialmente observes mejoras, ya que esto puede afectar el progreso terapéutico. A medida que avancemos, iremos espaciando las sesiones. Lo importante no es sólo alcanzar los objetivos, sino mantenerlos en el tiempo.
- Prevención de recaídas y reevaluación: En las últimas fases, espaciaremos aún más las sesiones (por ejemplo, cada mes, o mes y medio) para realizar un seguimiento, evaluar si hemos alcanzado y mantenido los objetivos terapéuticos, y si se aplican adecuadamente los nuevos recursos de afrontamiento aprendidos. También revisaremos si han surgido nuevas dificultades.
- Alta y sesiones a demanda: Cuando consideremos por ambas partes que se han alcanzado y mantenido en el tiempo los objetivos, propondremos el alta, aunque se podrán hacer sesiones a demanda cuando sea necesario.
Recuerda que el proceso de terapia no es un servicio inmediato ni de urgencia; requiere tiempo y constancia para que puedas trabajar e integrar la información (siempre explico que una cosa es “saber” y otra cosa es “integrar” real y profundamente). Si estos problemas llevan mucho tiempo en tu vida, ¡es lógico que los cambios profundos necesiten su tiempo!
Al comienzo del tratamiento se recomienda realizar una sesión semanal o, como mucho, cada dos semanas. Espaciar más las sesiones en esta etapa inicial puede comprometer la eficacia del proceso: avanzaríamos muy lentamente en la evaluación y recogida de información, y en las primeras pautas de intervención, y además, el vínculo terapéutico no tendría tiempo suficiente para consolidarse, lo cual podría afectar tanto a la motivación como al nivel de compromiso con la terapia. Para que el proceso sea efectivo, es fundamental seguir las recomendaciones profesionales sobre la duración y la frecuencia de las sesiones. Por eso, las personas que sólo han ido a 2-4 sesiones no considero que hayan “ido a terapia”, sino simplemente han “probado unas sesiones”. La terapia es un proceso en el que las primeras sesiones se centran en recopilar información y entender mejor la situación. ¡Y la experiencia me ha enseñado que es mejor no sacar conclusiones precipitadas!
A medida que avancemos, iremos evaluando el progreso, la gestión emocional y los objetivos planteados, y ajustaremos la frecuencia de las sesiones según tus necesidades de cada momento. Habitualmente, la frecuencia pasa de semanal a quincenal, luego a cada tres semanas, y finalmente a mensual o cada seis semanas, en la fase final del tratamiento. Es similar a cuando acudes a otro profesional de la salud, como en fisioterapia: al principio, necesitas un seguimiento más frecuente para trabajar la lesión, y con el tiempo, conforme sigas las pautas y avances, las citas se espacian.
La terapia se da por finalizada cuando consideramos por ambas partes que se han alcanzado los objetivos, y además se ha observado que se han afianzado durante unos meses. Es importante realizar una sesión de cierre, donde revisamos los aprendizajes, resolvemos dudas, repasamos herramientas y hablamos sobre la prevención de posibles recaídas. Terminar la terapia de forma abrupta puede dejar asuntos sin resolver o sin afianzar, así que siempre se recomienda un cierre adecuado.
Cada caso es único, por lo que la duración de la terapia puede variar en función de:
- Motivo de consulta y evolución del problema: dependerá de la naturaleza del problema, cuánto tiempo lleva presente, su intensidad y frecuencia.
- Características de la persona: influyen aspectos como el nivel de conciencia sobre el problema, la motivación para el cambio, la historia personal, las habilidades de afrontamiento, el contexto y las redes de apoyo.
- Compromiso con la terapia (durante las sesiones y entre sesiones): la implicación en las pautas y actividades recomendadas entre sesiones pueden acelerar el proceso, ya que se integra mejor lo que trabajamos.
- Frecuencia de las sesiones: la frecuencia recomendada tiene un sentido, en función del momento de terapia. Espaciar demasiado las sesiones, sobre todo al inicio, puede ralentizar el avance y disminuir la motivación y el compromiso, ya que nos desconectamos demasiado entre una sesión y otra. Una vez que hayamos progresado, lo que será recomendable es precisamente lo contrario: espaciar progresivamente las sesiones para poner en práctica todo lo trabajado en las sesiones, y aprender de las dificultades que puedan ir surgiendo.
- Vínculo terapéutico: es imprescindible que te sientas a gusto y en confianza con tu psicólogo/a, ya que si sientes que la terapia no es un lugar seguro para expresarte, seguramente no te podrá ayudar del todo. Por otro lado, a tu psicólogo/a le ayuda mucho que expreses a lo largo del proceso cómo te sientes respecto a la terapia, qué cosas te ayudan y qué no, si tienes dudas o dificultades, y los avances que vas percibiendo.
- Tipo de terapia: la terapia cognitivo-conductual, así como la terapia EMDR, suelen ser de duración más breve en comparación con otros enfoques, aunque algunos procesos pueden durar desde unos meses hasta años. Para tener una idea aproximada (aunque no me gusta dar este dato, porque algunos procesos necesitarán más y otros menos, no nos tenemos que encorsetar en esta cifra), la media del total de sesiones suele rondar entre 12-20, pero dependerá de los factores mencionados anteriormente, y es importante recordar que la frecuencia con la que nos veremos irá variando a lo largo del proceso.
Es importante tener en cuenta que el proceso no es siempre lineal. Habrá momentos de gran avance y otros más difíciles o de aparente estancamiento, evaluaremos el progreso en cada etapa de la terapia. Mi objetivo es ayudarte a desarrollar la autonomía para aplicar a corto, medio y largo plazo los recursos adquiridos a lo largo del proceso. Para lograr esos cambios, será fundamental que tengas una actitud activa y colaboradora: ¡los profesionales de la psicología no tenemos varitas mágicas! tú eres el verdadero agente de cambio, y nosotros estamos aquí para acompañarte, apoyarte y orientarte en este camino.
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La vida está sujeta a cambios constantes, y en ocasiones vivimos periodos de gran malestar. A veces nuestros seres queridos, con intención de ayudarnos, nos animan a ir a psicoterapia, y otras veces somos nosotros mismos quienes nos lo planteamos. Entonces, ¿cómo saber si me vendría bien ir a terapia? Haz click aquí para leer el artículo completo.
Aquí van una serie de consejos, ideas y recomendaciones que le daría a alguien que va a ir a terapia por primera vez.
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Quieres ir a terapia, pero no sabes cómo buscar psicólog@… ¡normal! Por eso he escrito este artículo para aclarar todos los puntos que veo imprescindibles a la hora de escoger psicólog@.
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Resuelve tus dudas sobre la terapia de pareja:
Los motivos más habituales de consulta en terapia de pareja son:
- Comunicación, negociación y resolución de problemas.
- Celos y desconfianza.
- Infidelidad.
- Monotonía y abandono en la vida en pareja.
- Problemas de convivencia y/o dificultad para conciliar la vida laboral y doméstica.
- Desacuerdos en la crianza y/o problemas con la familia política.
- Dependencia emocional.
- Dificultades en la sexualidad y/o conflictos relacionados con la vida sexual en pareja.
- Toma de decisiones.
- Apertura de la relación y gestión de acuerdos en relaciones no monógamas.
- Gestión de la separación, acuerdos de ruptura y acompañamiento en el duelo.
- Prevención y preparación ante momentos de cambio significativo en la pareja.
La terapia de pareja tiene como objetivo principal ayudaros a construir una relación más sana, en la que ambas partes os sintáis escuchadas, comprendidas y satisfechas. El foco está en mejorar la conexión emocional, la comunicación y las dinámicas de la relación, para que ambas personas estéis lo mejor posible, ya sea como pareja o, si fuera necesario, de manera individual.
La terapia busca promover un entendimiento y respeto mutuo (¡aunque eso no significa estar de acuerdo en todo!), ayudándoos a identificar patrones que dificultan la relación y a desarrollar nuevas formas de relacionaros que sean más saludables y sostenibles. A lo largo del proceso, podréis adquirir herramientas prácticas para gestionar los conflictos de una manera más constructiva, expresar vuestras emociones, mejorar la comunicación y aumentar la intimidad. No se trata solo de apagar fuegos y resolver problemas presentes, sino de sembrar las bases para una relación más sólida y resiliente que os permita enfrentar los desafíos del futuro. Trabajar como un equipo os ayudará a mejorar la conexión emocional necesaria para una relación más plena y satisfactoria.
Sin embargo, es importante recordar que la terapia de pareja no pretende forzar una relación a cualquier precio. En algunos casos, puede llevaros a la conclusión de que lo más saludable para ambas partes es seguir caminos separados. Esto no debe interpretarse como un fracaso, sino como una decisión madura y respetuosa que abre la puerta a nuevas etapas de crecimiento y bienestar individual. En este escenario, la terapia puede seguir siendo de gran utilidad, ayudándoos a gestionar la separación de manera respetuosa, estableciendo acuerdos y acompañándoos en el impacto emocional del duelo. Si decidís tomar esta dirección, puedo ofrecer, siempre que lo queráis así, sesiones individuales a una de las partes y recomendar a la otra persona un/a psicólogo/a de confianza, asegurando que ambas partes recibáis el apoyo necesario durante esta transición.
Ya sea que el proceso os lleve a fortalecer vuestra relación o a tomar caminos distintos, la terapia de pareja tiene como finalidad que ambas partes encontréis el bienestar que merecéis. Estoy aquí para acompañaros en este camino, sea cual sea la dirección del viaje.
Las primeras sesiones de pareja no están orientadas a lograr grandes cambios inmediatos, sino a realizar una evaluación completa de la situación para entender las necesidades de ambas partes. Por eso, el proceso se desarrolla de la siguiente manera:
- Primera sesión conjunta (80 minutos): La primera toma de contacto será una sesión más larga de lo habitual. En ella habrá momentos en los que ambas partes de la pareja estarán juntas, pero también habrá espacios por separado. El objetivo es obtener una visión general y sincera del problema, y cómo lo vive cada parte.
- Sesiones individuales (50 minutos cada una): Una semana después, se llevará a cabo una sesión individual con cada integrante de la pareja. Aquí profundizaremos en la visión personal, conductas aprendidas y en la historia afectivo-sexual de cada parte. En algunos casos, si es necesario (por ejemplo, si hay poca participación, o muchísima información que recabar), se puede programar más de una sesión individual para completar adecuadamente la evaluación.
- Devolución de información y propuesta de tratamiento: Una semana más tarde, se realiza una nueva sesión conjunta (de 50 o 80 minutos, según se considere necesario) donde comparto los resultados de la evaluación, expongo mi visión general y propongo las primeras pautas de tratamiento.
- Sesiones de tratamiento: Durante las sesiones de tratamiento, que pueden ser semanales o quincenales según la necesidad, trabajaremos sobre los momentos conflictivos recientes, buscando nuevas perspectivas y entrenando habilidades clave como la empatía, la comunicación asertiva, la escucha activa y la conexión emocional. La mayoría de las sesiones serán conjuntas, aunque dependiendo del caso, podría ser útil realizar algunas sesiones individuales, siempre enfocadas a trabajar en la relación, no como terapia individual. A medida que se avanza, las sesiones se irán espaciando en el tiempo, para permitir a la pareja poner en práctica lo trabajado, consolidar los avances y manejar los conflictos de manera más autónoma.
- Finalización de la terapia: La terapia se considerará finalizada cuando no solo se hayan alcanzado los objetivos propuestos, sino que estos logros se hayan mantenido a lo largo de varios meses, garantizando que no se trate de una mejora temporal.
Es importante destacar que, si uno de los miembros de la pareja necesita realizar un proceso de terapia individual, se recomienda hacerlo con otro/a psicólogo/a para no interferir en la terapia de pareja. En estos casos, puedo recomendar compañeros/as de confianza.
Por último, aunque recomiendo hacer las sesiones de pareja de manera presencial siempre que sea posible (ayuda más a que la pareja conecte), también existe la posibilidad de realizar sesiones online si fuera necesario.
Cada pareja es única, por lo que la duración de la terapia puede variar en función de varios factores:
- Motivo de consulta y evolución del problema: Dependerá de la naturaleza de los conflictos, cuánto tiempo llevan presentes, su intensidad y frecuencia, así como el impacto que han tenido en la relación.
- Características de la pareja: Influyen aspectos como la conciencia que ambas personas tienen sobre los problemas, si se asumen o no responsabilidades, la honestidad en la información compartida, la disposición para el cambio y la historia de la pareja. También influyen los factores individuales, el contexto actual, las dinámicas relacionales previas y el apoyo que cada persona recibe fuera de la terapia.
- Compromiso con la terapia y entre sesiones: La implicación en las pautas y actividades propuestas fuera de las sesiones es clave para acelerar el proceso y consolidar lo trabajado. Buscamos aplicar los aprendizajes en el día a día para asentar las bases de cambios duraderos en el tiempo.
- Frecuencia de las sesiones: Al inicio, mantener una frecuencia regular (semanal o quincenal, aunque normalmente suele ser quincenal) es fundamental para garantizar un buen ritmo de trabajo y consolidar el vínculo terapéutico. Espaciar demasiado las sesiones al principio podría ralentizar el progreso, el compromiso y la motivación con la terapia. Más adelante, una vez consolidados ciertos cambios, necesitaremos justo lo contrario: espaciar más las sesiones, para poner en práctica lo aprendido y reflexionar sobre las dificultades que puedan surgir.
- Vínculo terapéutico: Es imprescindible que ambas personas se sientan cómodas y en confianza durante la terapia. Un espacio seguro es clave para que cada miembro de la pareja pueda expresarse libremente. También será imprescindible que compartáis vuestras impresiones sobre el proceso, qué os resulta útil o qué áreas podríamos ajustar para que la terapia sea más efectiva.
Aunque la mayoría de parejas necesitan entre 12 y 20 sesiones, lo cierto es que podéis necesitar más o necesitar menos, ya que la duración total dependerá de vuestras necesidades específicas y de la evolución de los factores anteriormente mencionados.
Es importante tener en cuenta que la terapia no siempre avanza en línea recta. Habrá momentos de avance significativo y otros en los que podéis sentir un aparente estancamiento. Evaluaremos el progreso en cada etapa para asegurarnos de que el proceso sigue siendo útil y ajustado a vuestras necesidades. Mi objetivo es ayudaros a desarrollar habilidades y recursos que podáis aplicar no solo durante la terapia, sino también a medio y largo plazo. Para lograr cambios significativos será imprescindible vuestro compromiso y participación activa. Como profesional, estaré aquí para acompañaros, apoyaros y guiaros, pero el cambio real nace de vuestro esfuerzo y compromiso conjunto.
Al inicio del tratamiento, se recomienda realizar las sesiones con una frecuencia semanal o quincenal, según el caso. Espaciar más las sesiones al inicio de la terapia de pareja puede comprometer la eficacia del proceso: avanzaríamos muy lentamente en la recogida de información y en la aplicación de las primeras pautas de intervención. Además, se tardaría más en empezar a notar cambios, y el vínculo terapéutico no tendría tiempo suficiente para consolidarse, lo que podría afectar tanto a la motivación como al nivel de compromiso con la terapia.
Aunque no les pasa a todas, algunas parejas empiezan a notar mejoras rápidamente, y tras un par de sesiones deciden abandonar la terapia. Es importante entender que la terapia no solo busca alcanzar los objetivos, sino también asegurarse de que los cambios se integren y mantengan realmente a largo plazo. Por eso, no es recomendable interrumpir el proceso de forma prematura basándose únicamente en esas primeras mejoras. A medida que avancemos, iremos evaluando el progreso y ajustaremos la frecuencia de las sesiones según las necesidades del momento. Normalmente, la frecuencia pasa de semanal o quincenal, a cada tres semanas, después sesiones mensuales, y por último cada dos meses. Este proceso permite poner en práctica lo trabajado y comprobar cómo se manejan las dificultades que puedan surgir en la pareja.
La terapia se da por finalizada cuando, de manera conjunta, consideramos que no sólo se han alcanzado los objetivos, sino también que se han consolidado. Es recomendable realizar una sesión de cierre antes del alta, donde repasaremos los aprendizajes, resolveremos dudas y abordaremos estrategias para prevenir posibles conflictos futuros o recaídas. Terminar la terapia de manera abrupta puede dejar temas importantes sin resolver, por lo que siempre se recomienda un cierre adecuado.
Si tienes alguna otra duda adicional, contáctame sin compromiso (preferiblemente a través de whatsApp o e-mail, pero si lo prefieres, podemos programar una llamada).